miércoles, 12 de agosto de 2009

Daju - proximidades de Haba 56,59 Km



Nos levantamos temprano, con la fresca, jeje. Menuda noche de calor tropical que ni el ventilador que teníamos en la habitación deba a basto. Nos esperaba una dura y bonita etapa con un montón de incertidumbres.

Después de preparar las alforjas y nuestras bicis y tras dar uso a unas letrinas, letrinas, letrinas en toda regla... nos pusimos en marcha camino hacia al rió Yangze. La carretera se convirtió en un laberinto de sendas que nos hicieron perdernos unas cuantas veces, pero para eso estaban los lugareños, para mirarnos con la boca abierta e indicarnos con signos: "Por ahi no! por allí!".

Una vez en el buen camina, nos impresiono el pedazo de rió con aguas marrones y con fuertes remolinos, y al fondo unas barcazas que eran las que teníamos que usar para poder cruzar al otro lado, ya que por aquí no hay puentes (la verdad es que menudo pedazo de puente tendrían que construir para que unos lugareños y unos cuantos turistas perdidos como nosotros lo usen).

Llego el momento de bajar a la orilla del Yangze. Era un entramado de caminos serpenteantes en una especie de terraplén con increíble pendiente que no quedaba claro la seguridad. Le preguntamos a un pastor que nos indicaba que para abajo, como sus vacas. Así lo hicimos, mientras había senda todo bien, desmontados de la bici y agarrandola bien porque esta pesa lo suyo, no había problema. Lo malo fue que la senda estaba cortada por un pequeño desprendimiento del terraplén, tuvimos que quitar las alforjas y pasar poco a poco las cosas. Madre mina un fallo y bajamos rodando hasta el agua.

A malas penas conseguimos llegar a lo que era el embarcadero. Estaba la barcaza pero allí no parecía que hubiera nadie. Gritamos "nihao!" y al rato sale un hombrecillo de una cueva en calzoncillos y una camiseta de tirantes fuxia. Todo un espectáculo. Le dijimos que queríamos cruzar el rió y con senas, ruidos y gemidos nos dijo que tenia que venir la barcaza del otro lado y recogernos. Pero no veíamos a nadie en el otro lado, con lo cual a esperar. Mientras el hombrecillo se vistió y se puso a preparar su desayuno, encendió un fueguecito y arranco una plantitas de su pequeño huerto en el alcorque de un sauce llorón. Y mientras nosotros esperando todo pasmados.

No fue mucha la espera y al final se vio movimiento en el otro lado del rió, bajaba gente por el otro otro terraplén contrario y a los pocos minutos la barcaza estaba en nuestra orilla. Nos montamos con todo el equipo y con el motor a todo trapo la barcaza y la maestría del barquero pudo con la fuerte corriente del Yangze. Esto no fue nada comparado con lo que nos quedaba. Una subida serpenteante parecida a la que bajamos aunque era mas camino. Esta tenia unos rampones que imposible de tirar de nuestras bicis. Sudamos lo que no esta escrito, Madre mía! solo de pensarlo empiezo a sudar otra vez.

Al final conseguimos cruzar el rio y recuperar el aliento tomándonos unos zumos en una tienda del pueblecito o grupo de casas que había al conectar el camino con la carretera.

Desde este punto nos dirigimos a nuestra izquierda, dirección al Tiger Leaping Gorge (La Garganta del Tigre). Es una impresionante falla por que el Yangze para por el fondo de una estrecha garganta con unos desniveles de 3000 metros de altura entre las crestas montañosas y el rio. No hay palabras. Nuestra ruta tenia que adentrarse por este estrecho paso para luego volver hacia atrás y retomar nuestra dirección a Shangri-La.

Recorrimos como hasta la mitad, hasta un puesto de comidas donde otros turistas se reunían para contemplar esta maravilla. Desde allí quitamos las alforjas y las dejamos a buen recaudo a las cocineras del restaurante y nos adentramos un poco mas en la garganta.

Saciados de tan impresionante paisaje nos dimos la vuelta, recogimos nuestras alforjas y andamos lo andado. En el puesto de los zumos compramos agua y algo de comida para llevarnos. Una vez con todo lo necesario para la subsistencia empezó nuestra gran ascensión, con un calor de justicia y el sol en lo mas alto.

La subida no se puede contar, es indescriptible, se resume muy rápido pero fueron interminables horas pedaleando y pedaleando. Curvas y curvas que serpenteando poco a poco dejábamos atrás y en el hondo el valle del río Yangze. Nos encontrábamos campesinos y pastores por el camino que nos miraban con cara de alucinación. Los niños emocionados corrían detrás y delante de nosotros, muchas veces retandonos y diciendonos que eran muy fuertes.

Cansados y con el dia que nos decía que se acababa encontramos una explanada entre unas curvas que nos incitaba a montar nuestra tienda, cocinar unos noodles y a dormir. Era un sitio en las proximidades del pueblo Haba en un parque natural que lleva su nombre.

Visto y no visto, la noche cambio y empezó a llover, y no paro en toda la noche lo que hizo que parte de nuestro equipaje se mojara e incluso la tienda y el teléfono móvil con la tarjeta de china.

DATOS DE LA RUTA

KM DIA 56,59
T.INVERTIDO 5:00
V.MEDIA 10,83
V.MAX 52,02
T.TOTAL 10:32

2 comentarios:

  1. ...sin palabras, tremenda crónica, vaya fotos. ¡Yangze Downhill! juas juas juas

    Ánimo!

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  2. se va, se va por la barranquilla.

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